02 abril 2011

Armando S. Faso

Armando, el nuevo personaje amigo de lo chico má pulenta, nació en Guadalajara, el año del estiércol de hierro. Persona activa, agresiva y agitadora, prestó servicios en el ERP hacia fines de los 75. A la edad de 18 años, conoció el monito y se clavaba 32 por primavera. Eso lo llevaba a ver tanta gemelas emblusadas se cruzaran por su camino. En fin, volvía de la escuela nocturna de Rolo Puente y al descender del tren de Constitución, divisó una escultura de 1,60 metros que lo miraba y le guiñaba el ojo. Quizá si se hubiera dado cuenta que la tentación venía con sorpresata, no hubiera sufrido el accidente (es más, seguramente le hubiera metido un puñetazo en los frijoles). Quedó estupefacto, seguía esas curvas que violentamente se deslizaban de lado a lado, y cuándo Juan Roberto (según rezaba su Pasaporte) giró en la esquina, Armando volvió al mundo y en esa vuelta, encontró de frente un gran fierro insertado en el pavimento que marcaba una parada de bommmmmdi. Los 3 dientes menos no fueron el problema, el problema (o solución) fue su renacimiento: a partir de entonces, dejó de ser ese muchacho agitador y poco tragable que les ponía clavos miguelito a los ancianos a la salida de los bancos en los que los mismos gerontes cobraban su jubilación, para habitar un mundo de ensueños, risas, humor y humor: Armando se convertía en el ser más adorable de la tierra. Y casi al instante, conocería a su amigo inseparable, que no dejaría hasta los contemporáneos momentos que vive la gente contemporánea. Pero eso es avena de otro chaval, ya será el momento....

Saluti a tuti legrandes, que habitan el submundo de la peculiar sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario